Mientras que para
pocos se trata de una sensación satisfactoria, es seguro que para la gran
mayoría se trata de una experiencia tormentosa. Y es que para bien o para mal,
las cosquillas tienen una variedad de uso, tanto como para lograr una risa
forzosa en un familiar, amigo o conocido e incluso como método de tortura.
¿Sabías que en la
edad media las cosquillas eran utilizadas como un método de tortura?
¿Para que son las cosquillas?
¿Para que son las cosquillas?
Por muy molestas
que estas pueden llegar a ser, son necesarias, ya que se producen como un
mecanismo de defensa al momento de sentir aunque sea un pequeño rose en nuestra
piel.
Carecer de este
complejo mecanismo puede llegar a ser peligroso, puesto que las cosquillas
estimulan la zona del cerebro que se encarga de la lucha y huida, por lo que de
no provocarnos una carcajada, nuestra reacción sería un tanto agresiva.
Pero vayamos a la
parte más curiosa.
¿Por qué no nos
podemos hacer cosquillas?
La respuesta
simple a esta pregunta es que, para nosotros mismos, no somos una amenaza (en
cierto sentido).
Cuando una
persona se hace cosquillas a sí misma, el cerebelo se pone en marcha. Este
predice los movimientos propios, por lo que al momento del inservible intento de
hacerte cosquillas a ti mismo(a), el cerebelo bloquea la respuesta del sistema
somatosensorial, evitando así, el desagradable fuerte ataque de risa.
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Zona Somatosensorial CC-BY-SA-2.1-jp Polygon data were generated by Database Center for Life Science(DBCLS) |
Aunque no todas las
cosquillas son desagradables. Tal como lo explico la doctora Sarah blakemore en
una entrevista en la scientific american, existen dos regiones en el cerebro que se encargan del
procesamiento de cómo se sienten las cosquillas. La corteza cingulada es
precisamente la encargada de procesar que tan agradable son estas.
De hecho, la única
forma de hacerte cosquillas a ti mismo es por medio de una tercera persona, o
un robot. Tal como lo hizo la doctora blakemore junto con un equipo de la
University Collegue Londres.
En un intento por
engañar al cerebelo, los investigadores diseñaron un pequeño bastón que
arrojaba espuma para que los participantes se rosearan sobre las palmas de los
pies y manos. Este pequeño chorro se generaba con un leve retraso, para evitar
la sincronización entre las acciones de la persona y las predicciones del
cerebelo.
Con este retraso,
lograban una mayor efectividad al momento de generar cosquillas.
Otro caso curioso
es que las personas que padecen los síntomas de la esquizofrenia, si pueden hacerse
cosquillas así misma. Esto se debe a la interrupción
de procesos cognitivos que le impiden a la persona distinguir las acciones
propias a las de otros. Según la publicacion Consciousness and Cognition